lunes, 3 de octubre de 2016


NO CAL TANTA PLATA!


Vosaltres, les oblidades,

Què en sou de fortes!

I sabies, i boniques

encara que no portin talons

 les vostres sabates

Sabies, boniques  i tancades.

En gàbia de amor esteu engabiades.

“La dolçor  de estimar

torna la gàbia de plata”.

No cal tanta plata!

Porteu  el mon a coll,

un mon que es dels altres

I voleu més? més encara


per merèixer  les claus de la gàbia?

martes, 13 de septiembre de 2016

                  EL CIERZO


En esos días en que sopla el cierzo, este viento frío y violento se enseñorea del pueblo. Corre por las calles, dobla las esquinas, dispersa las hojas muertas y aúlla impotente por los resquicios de las ventanas que le impiden una entrada despejada a las casas. No hay nadie que lo desafíe saliendo a descubierto si no es absolutamente necesario. Si alguien lo hace va con el cuerpo   curvado agarrándose boina o chaqueta con decisión y  la cabeza adelantada para abrirse paso. A veces es posible ver una pareja que camina apresurada, y también silenciosa porque ya conoce las restricciones que impone el cierzo. Sabe que si alguno de ellos hace una pregunta en un grito necesario y breve no halla más respuesta que otro grito necesario y breve de desconcierto. El cierzo los encierra en burbujas hechas de una fina película de aire y de una  gruesa cáscara de reclusión. Es mejor no hablar, callar para que el cierzo no interrumpa, apagar el grito para que el cierzo no censure.

El Golfo no sabe que en esos días es mejor quedarse en casa. Las orejas gachas, los ojillos tiernos, los débiles quejidos son peticiones mansas para salir de estas cuatro paredes, para corretear las calles y llegar al campo. Y una vez en los caminos su voz suena en un potente ladrido libre y satisfecho que incita a quien lo oye a revelarse  contra cierzo. El juego es la implicación perfecta en la rebeldía. No importa que trasteen con furia los altos árboles dominados, ni que  el agua silenciada de la fuente  no acompañe nuestra tarde, ni que hayan desaparecido los pájaros y la gente. Carreras arriba y abajo, gritos  provocadores, alegrías cómplices y mimos, todo sin frases que se lleve el viento, todo para vencer la soledad del silencio impuesto por la fuerza. Mañana no sé, Golfo, pero hoy me parece que hemos conseguido burlar al cierzo. 

miércoles, 10 de agosto de 2016

           LA FILLA DE LILITH

No hace tantos años que oí hablar por primera vez de Lilith. La primera mujer formada al mismo tiempo que el primer hombre, en el mismo acto de creación. Inocentemente, cogí entonces la Biblia de casa para ver si en aquellos tiempos en los que estudiábamos  Religión e Historia Sagrada algo se me había pasado por alto  o, ya puestos a pensar, si nuestros  profesores algo habían querido pasar por alto. No es necesario aclarar que en el Génesis no figuraba el nombre de Lilith. Eva fue la primera mujer y además creada a partir de la costilla del primer hombre, Adán.
 La novela de Glòria Sabatér, La filla de Lilith, nombre que también utilizo como título de este comentario personal, empieza con estas significativas palabras ahora ya reconocidas: “Al sisè dia, Déu va crear l’home, a imatge seva; creà l’home i la dona i els beneí”. Y continúa esta historia de la creación entretejida con las restantes páginas del libro para que la tengamos presente en la lectura y para reforzar el argumento. La naturaleza de Lilith persiste en la mente del lector a lo largo de todo el relato, seduce su rebelión ante toda jerarquía que intenta someter su voluntad y deslumbra  la evolución mágica de su condición. Persiste en la mente de cualquier lector, es cierto, pero sobre todo en la de las lectoras que en su día rezamos  La Salve, culpabilizadas y sumisas hijas de Eva.
Con La filla de Lilith, la novelista Glòria Sabatér nos sumerge en un ambiente pleno de sensaciones. Unas veces son las agradables que nos despiertan los olores del vino caliente que el bibliotecario del monasterio de Santa Anna ofrece a Deulosalva, o del reconfortante caldo de gallina que María la remeiera obliga a beber a Gueraula,  o del solo imaginado de la desconocida salsa salvatgina que acompaña la carne asada   preparada por Francina, o de la canela, el jengibre y la nuez moscada. Y el acogedor calor del fuego que guarda el sueño o el desamparo, y los sentimientos de amor y deseo que sienten  los enamorados, María y Marçol, Hasday y Gueraula, desde la distancia. Otras son las  turbadoras  que causan la  pestilencia de la muerte y  la miseria de las calles de una Barcelona medieval, las gélidas del omnipresente frío, las del miedo a lo que no se conoce ni se entiende, pero sobre todo las de la permanente oscuridad. La oscuridad física pero también la oscuridad de los  prejuicios, la del odio, la ambición, la incomprensión hacia lo diferente y la de las identidades reprimidas. Sí, el odio a los judíos que padece Hasday y su familia, la ambición de Sibil-la de Fortià y  mossèn Renovard, el amor oculto y reprimido de Rahel y Wal-lada.  Cada sensación nos remite a un personaje o a un momento de cada una de sus historias personales, su pasado y su presente, causas y consecuencias que concurren en la construcción del argumento. Un argumento inquietante que tiene como punto de partida el descubrimiento de unos asesinatos espeluznantes  que se advierten como demoníacos  en una sociedad  medieval,  y explicables humanamente  en la mente científica del mestre Marçol. María la remeiera (“una dona feta de terra, aire i foc”) también da valor a las señales y marcas que ha dejado la mano del hombre, y a la experiencia, pero no rechaza lo sobrenatural. Sabe que hay cosas que se le escapan a la razón y las acepta como parte de la existencia, de la realidad absoluta. En estos dos personajes se concentra el tema que yo considero uno de los principales de la novela: dos maneras de mirar el mundo que se unen para encontrar la verdad, en este caso el esclarecimiento de los asesinatos. El otro gran tema es la reivindicación de la identidad femenina, su pensamiento, su sexualidad y su más íntima autonomía.

La filla de Lilith concentra en sus páginas el misterio, los conflictos religiosos y sociales de una época, y las pasiones intemporales del amor, la ambición y la maldad. Es también una historia de mujeres, mujeres lastimadas y quebrantadas que toman caminos distintos según sean sus anhelos, la gestión de su dolor y su condición más íntima. Y, por último, es la  manifestación de que es necesario que las diferentes formas de ver el mundo confluyan en cualquier tiempo, en cualquier lugar  para desvelar la auténtica realidad que envuelve al ser humano.

jueves, 7 de julio de 2016

El futur d’aquests dies

Ja fa dies que et busco per tota la casa.
 Et busco darrera  les portes tancades,
 a l’habitació on jugaven els nens,
 entre els llibres estimats...
 Et busco  ploriquejant,
 benvolguda  hostessa  riallera,
al  llit  acaronador
(llençols de noces envellits),
a la taula guarnida de festa,
als calaixos on resten adormides
les imatges  del món descobert.
I no aconsegueixo trobar-te .
Quan fa que pensaves  fugir?
Quan vas començar a fer l’equipatge?
 Quan vas posar a la maleta
els jocs dels  infants,
les paraules encara no escrites,
l’ esperonadora  dolçor del matí?
I el futur d’aquests dies?
No te l’enduguis,
amaga’l  només. Només amaga’l
en  un raconet que et plagui.
Deixa’m pensar que potser algun dia

aconseguiré  trobar-lo.

martes, 5 de julio de 2016

Una opinión como cualquier otra

      


La noticia se produjo ya hace unos meses. Es cierto que su comentario ahora resulta bastante desactualizado, pero ¡qué demonios! es algo que me apetece mucho, que me lo pide  el cuerpo desde entonces. Me estoy refiriendo al poema que recitó la poeta (¡nunca poetisa!)  Dolors Miquel en la sesión de entrega de los Premis Ciutat de Barcelona del pasado febrero. Aquí lo reproduzco:

“MARE MEVA, QUE NO NI SÉ ON ETS, DE QUI NOMÉS EN TINC EL NOM…”
Mare nostra que esteu en el cel
sigui santificat el vostre cony
l’epidural, la llevadora,
vingui a nosaltres el vostre crit
el vostre amor, la vostra força.
Faci’s la vostra voluntat al nostre úter
sobre la terra.
El nostre dia de cada dia doneu-nos avui.
I no permeteu que els fills de puta
avortin l’amor, facin la guerra,
ans deslliureu-nos d’ells
pels segles dels segles,
Vagina.
Anem…

En primer lugar, un momento para la reflexión: ¿Es un ataque a la Virgen o una reivindicación de María, madre a la que podemos recurrir como mujeres? No voy a debatir  cuestiones de libertad de expresión u ofensas a las creencias religiosas, no es  esta mi intención. Por esto mismo, porque soy capaz de admitir que cualquier persona puede  expresarse u ofenderse libremente me siento autorizada  a dar mi opinión. Y sí,  mi verdadera intención es  felicitar a una mujer que ha sido tan valerosa de poner por escrito y luego recitar en público un poema que denuncia provocadoramente  la utilización de  la figura de una sencilla mujer, María, la madre de Jesús, para sofocar durante siglos la sexualidad femenina.
Para la Iglesia y sus poderosos acólitos todas las mujeres somos hijas de Eva, que  nació de la costilla de un varón, desobediente, pecadora e  inductora del pecado de Adán, y culpable para los restos   de la penitencia  que tendría que cumplir  toda la especie humana: “ganarse el pan con el sudor de su frente y parir con dolor”. Aunque ahora, con la epidural se les caen algunos palos del sombrajo. Paralelamente, asimilamos el dogma de la virginidad perpetua de María, muy conscientemente elaborado  para justificar la divinidad de Jesús. Sí, había nacido de mujer pero de una mujer virgen, requisito indispensable y suficiente, al parecer, para engendrar un dios. Virgen, madre, sumisa ante los designios de quien estaba por encima de ella, Dios Padre (hombre por supuesto), y esposa virtuosísima de José para guardar las apariencias (¡menudo papel le asignaron al santo varón!). Resultó muy útil para la creación de un dios y de paso para forjar la antítesis de Eva y el  ejemplo a seguir para todas las mujeres.
Permitidme ahora que me detenga brevemente en una época concreta en la historia para mencionar un movimiento religioso, el Catarismo, que posibilitó una cultura en la que, entre otros muchos paradigmas que no voy a detallar aquí,   tanto hombres como mujeres reciben una misma consideración. Se desarrolla en el sur de Francia, en la Occitania  y áreas de influencia,  y contribuye  al desarrollo de una cultura  que confiere a la mujer una entidad individual, visibilidad social y jurídica, voz propia y libertad sexual. La Cruzada contra los Cátaros, considerados herejes por la Iglesia Católica, pone fin a esta forma de entender el mundo y la posterior instauración de la Santa Inquisición velará por ello, entre otras cuestiones. El mayor auge del Marianismo sobreviene, sospechosamente según mi criterio,  inmediatamente después de  esta Cruzada. El ideal de mujer a partir de ahora tendrá como modelo a la Virgen María y a las santas mártires, castas  todas ellas, por supuesto.
Eva, creada a partir de Adán, instigadora del pecado; María, mujer sencilla y madre, pero desprovista de cualquier otro atributo que pudiera quebrantar la condición de  dios de su hijo. Amén.
Una última consideración,  ¿habéis oído hablar de Lilith? No  busquéis su nombre en el Génesis como hice yo inocentemente, pero buscarlo. Aunque sea en la Wikipedia.     





lunes, 13 de junio de 2016

El Quijote y etapas en su lectura




Hoy ¡por fin! inauguro mi blog y he querido hacerlo recordando a Cervantes y algunas de las lecturas que he hecho hasta ahora de El Quijote. En cada una de ellas he encontrado nuevos matices que me dan a entender que estos no se agotarán por mucho que lo relea. Os animo a los que aún no habéis pasado de la primera página a perder el miedo, los prejuicios, a vencer la extrañeza del anacronismo y a sumergiros en un viaje en el tiempo que os llevará al pasado y os hará entender mejor el presente de nuestra literatura.  Os animo a que lo leáis en diferentes etapas de vuestra vida, ya veréis como el libro cambia a medida que cambiáis vosotros.                              



RECORRIDO VITAL JUNTO A EL QUIJOTE  

Mi padre nos decía que había dos libros que nunca podían faltar en una casa, la Biblia y el Quijote, y allí estaban los dos, dormidos y solitarios en la estantería de un mueble. Más tarde llegó la enciclopedia. Yo los percibía como objetos ornamentales estáticos y sin vida, como figuras de porcelana. Era imposible que aquellos pseudoadornos culturales me llamaran a su lectura. Tenía tebeos y cuentos que rondaban por la casa,  mil veces releídos, mil veces amigos,  pero aquellos tomos tan inmensos, tan imponentes eran otra cosa. No recuerdo cuál fue el primer  estímulo para rescatar al Quijote de su letargo. Supongo que  el extenso imaginario popular del que gozaba la obra o quizás alguna lectura en algún libro de texto,  no puedo precisar más en mi memoria. Lo que sí puedo afirmar es que pronto llegarían a mí las resonancias de la aventura de los molinos de viento, Clavileño, el manso ejercito de carneros, el yelmo de Mambrino y sobre todo los protagonistas. La figura de Don Quijote sobre Rocinante y la de Sancho sobre un asno formaban parte de la iconografía española más difundida. Y la imagen de Cervantes, la más publicada, retrataba  un rostro delgado, barba puntiaguda y una gorguera superlativa que parecía ahogar  al bueno de “Don Miguel”. Siempre que la veía, la asociación   con su más famoso personaje era inmediata, se me antojaba Alonso Quijano vestido de domingo. Creo que todavía no he podido desprenderme de  esa sensación. Así es que decidí poner marco a todo lo que iba conociendo, conocer el contexto y el hilo conductor: “En un lugar de la Mancha…”. Extrañeza por el lenguaje, léxico que no comprendía, libros nombrados que me parecían inventados por el autor, todo ello me hizo pasar páginas hasta llegar a las aventuras que sabía me harían reír, y nada más. Esta primera e irregular lectura del libro no fue nada reveladora, no cambió nada en mí vida como sí afirman que lo hizo en las suyas algunos lectores significativos. Una niña no tiene capacidad para adentrarse en un mundo que percibía tan anacrónico, tan alejado de su mundo cotidiano. Necesitaba más tiempo y nuevas vivencias  para poder enfrentarme a una nueva lectura.
Un sistema educativo que reprobaba la lectura de los libros que sí gustaban a los jóvenes influía  también en el criterio de la mayoría de las familias. Aún así, la paga semanal de un duro ahorrada en poco más de un mes te daba la libertad suficiente  para comprar la novela que deseabas, y que leías a escondidas: “¡Más te valdría coger el libro de matemáticas!”. Lo prohibido es lo más deseable y surgió un “tráfico ilegal”, entre las amigas, de libros prestados. Poco a poco mi vida se fue llenando de pandillas aventureras, muchachos que vivían a orillas del Mississippi, mosqueteros que luchaban y amaban, un náufrago que bautizaba a un nativo con el nombre de un día de la semana, descubrías que a alguien la vida le había salido al encuentro, o que Ana Mª y Daniel habían escrito sus propios diarios; y más tarde La tía Tula, El camino, Trafalgar, El bandido adolescente, 1984, Historia de dos ciudades, Fahrenheit 451, Un mundo feliz… Las pequeñas censuras miserables y poco inteligentes no pudieron detener la pasión por la lectura de muchos jóvenes. Este fue el camino que resultó el adecuado para “enfrentarme” otra vez a la lectura de Don Quijote de la Mancha.
“En lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme…” Ahora ya sí podía ver la ironía del autor, sabía que eran reales los títulos nombrados en el escrutinio y podía aceptar con menos extrañeza su lenguaje. Un lenguaje que  incluso me produjo la sugestión de investigar sobre él: ¿qué significaban esas palabras desconocidas o de dónde venían aquellas que se parecían a las que yo usaba? Empecé también a querer a Don Quijote, al caballero de la Triste Figura, al loco-cuerdo, al justo en su locura, al amigo de Sancho Panza, al jinete de Rocinante,  y sobre todo a Alonso Quijano el Bueno. Me enamoré de su deseo de “desfacer tuertos”, de su respeto a Marcela, y me dolían las burlas innobles de los duques antes que moverme a la risa. Creo que estaba contagiada de ese espíritu idealista que mueve a los jóvenes, y con esa digna “enfermedad” resolví la lectura.

“En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor”. Ahora, el Quijote es un libro amigo, que me incita a saber más de él, a detectar intertextualidades, a descubrir motivaciones del autor diferentes a las conocidas, influencias no descubiertas que te  revelen nuevas formas de leerlo. Incluso voy adivinando el tono preciso de lectura, tan alejado de la ampulosidad a la que nos tenían acostumbrados. Permanente reto para las personas que se cuestionan todo, que no dan nada por resuelto. Es el libro mágico que trasciende más allá de sus páginas, que guarda pequeñas bromas ya conocidas o quizás grandes burlas no descubiertas ni por los más sesudos cervantistas que seguro hacen revolcarse de la risa (si tal cosa es posible en una tumba) a “Don Miguel”. Es el libro que provoca interrogantes  tal vez incontestables  al mismo tiempo que guarda repuestas a las  preguntas que nunca te has hecho. Es el libro, en fin, amigo, mágico, incitante, trascendente en algunas ocasiones, irónico siempre que toma el pulso a tu propia evolución vital.