La
noticia se produjo ya hace unos meses. Es cierto que su comentario ahora
resulta bastante desactualizado, pero ¡qué demonios! es algo que me apetece
mucho, que me lo pide el cuerpo desde
entonces. Me estoy refiriendo al poema que recitó la poeta (¡nunca poetisa!) Dolors Miquel en la sesión de entrega de los
Premis Ciutat de Barcelona del pasado febrero. Aquí lo reproduzco:
“MARE MEVA, QUE
NO NI SÉ ON ETS, DE QUI NOMÉS EN TINC EL NOM…”
Mare nostra que esteu en el cel
sigui santificat el vostre cony
l’epidural, la llevadora,
vingui a nosaltres el vostre crit
el vostre amor, la vostra força.
Faci’s la vostra voluntat al nostre úter
sobre la terra.
El nostre dia de cada dia doneu-nos avui.
I no permeteu que els fills de puta
avortin l’amor, facin la guerra,
ans deslliureu-nos d’ells
pels segles dels segles,
Vagina.
Anem…
sigui santificat el vostre cony
l’epidural, la llevadora,
vingui a nosaltres el vostre crit
el vostre amor, la vostra força.
Faci’s la vostra voluntat al nostre úter
sobre la terra.
El nostre dia de cada dia doneu-nos avui.
I no permeteu que els fills de puta
avortin l’amor, facin la guerra,
ans deslliureu-nos d’ells
pels segles dels segles,
Vagina.
Anem…
En
primer lugar, un momento para la reflexión: ¿Es un ataque a la Virgen o una
reivindicación de María, madre a la que podemos recurrir como mujeres? No voy a
debatir cuestiones de libertad de
expresión u ofensas a las creencias religiosas, no es esta mi intención. Por esto mismo, porque soy
capaz de admitir que cualquier persona puede
expresarse u ofenderse libremente me siento autorizada a dar mi opinión. Y sí, mi verdadera intención es felicitar a una mujer que ha sido tan valerosa
de poner por escrito y luego recitar en público un poema que denuncia
provocadoramente la utilización de la figura de una sencilla mujer, María, la madre
de Jesús, para sofocar durante siglos la sexualidad femenina.
Para la
Iglesia y sus poderosos acólitos todas las mujeres somos hijas de Eva, que nació de la costilla de un varón,
desobediente, pecadora e inductora del
pecado de Adán, y culpable para los restos
de la penitencia que tendría que cumplir toda la especie humana: “ganarse el pan con
el sudor de su frente y parir con dolor”. Aunque ahora, con la epidural se les
caen algunos palos del sombrajo. Paralelamente, asimilamos el dogma de la
virginidad perpetua de María, muy conscientemente elaborado para justificar la divinidad de Jesús. Sí, había
nacido de mujer pero de una mujer virgen, requisito indispensable y suficiente,
al parecer, para engendrar un dios. Virgen, madre, sumisa ante los designios de
quien estaba por encima de ella, Dios Padre (hombre por supuesto), y esposa virtuosísima
de José para guardar las apariencias (¡menudo papel le asignaron al santo varón!).
Resultó muy útil para la creación de un dios y de paso para forjar la antítesis
de Eva y el ejemplo a seguir para todas
las mujeres.
Permitidme
ahora que me detenga brevemente en una época concreta en la historia para mencionar
un movimiento religioso, el Catarismo, que posibilitó una cultura en la que,
entre otros muchos paradigmas que no voy a detallar aquí, tanto
hombres como mujeres reciben una misma consideración. Se desarrolla en el sur
de Francia, en la Occitania y áreas de
influencia, y contribuye al desarrollo de una cultura que confiere a la mujer una entidad
individual, visibilidad social y jurídica, voz propia y libertad sexual. La
Cruzada contra los Cátaros, considerados herejes por la Iglesia Católica, pone
fin a esta forma de entender el mundo y la posterior instauración de la Santa
Inquisición velará por ello, entre otras cuestiones. El mayor auge del
Marianismo sobreviene, sospechosamente según mi criterio, inmediatamente después de esta Cruzada. El ideal de mujer a partir de
ahora tendrá como modelo a la Virgen María y a las santas mártires, castas todas ellas, por supuesto.
Eva,
creada a partir de Adán, instigadora del pecado; María, mujer sencilla y madre,
pero desprovista de cualquier otro atributo que pudiera quebrantar la condición
de dios de su hijo. Amén.
Una
última consideración, ¿habéis oído hablar
de Lilith? No busquéis su nombre en el
Génesis como hice yo inocentemente, pero buscarlo. Aunque sea en la Wikipedia.
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